Los modelos de producción más tradicionales ligados a la agricultura familiar han sido siempre uno de los pilares del medio rural. Y lo siguen siendo, pues todavía hoy son muchos los ciudadanos y ciudadanas que ven en esta actividad una interesante posiblidad de autoabastecimiento, con beneficios ambientales más que reseñables. La agricultura es fundamental para frenar el abandono y, por tanto, un factor fundamental a la hora de frenar los incendios forestales. Además, estas pequeñas explotaciones suelen guiarse por las mismas directrices que la Unión Europea promueve a través de la Política Agrícola Común: la conciencia ambiental y la necesidad de optar por modelos y prácticas respetuosas; así como de producir alimentos seguros y de la máxima calidad. Hay que tener en cuenta, además, que la comercialización de los productos de estas huertas aporta interesantes beneficios: como complemento económico para los que las cultivan; y como posibilidad de acceder a alimentos de proximidad y de la máxima calidad para sus potenciales clientes.
Mónica Mato posee una huerta familiar en Valga (Galicia), y recuperda que «cuando se habla de agricultura familiar no se debería tener en cuenta solamente la producción de alimentos. También es importante el respeto al medioambiente, la protección de la biodiversidad y, sobre todo, la lucha contra el despoblamiento rural a través de la creación de empleo. El problema es que no tenemos hueco en el mercado, las trabas son tantas que es muy difícil competir con la agricultura intensiva” comenta.
La agricultura familiar fomenta que se siga manteniendo ese tejido social que contribuye al liderazgo de la mujer, pues en la mayoría de los casos es quien lleva la rienda de las huertas familiares. “Mi abuela además de realizar el trabajo duro, también era quien decía cuándo había que sembrar, plantar o cosecha. Era ella quien gestionaba, mientras que mi abuelo se centraba más en los trabajos más pesados. Lo mismo que ocurre ahora con mis padres. La mujer en el rural siempre ha tenido un papel de coordinación y gestión añadido, cosa que no ocurre en las grandes empresas agrícolas” afirma.
Pero lo cierto es que, lamentablemente, esa realidad y ese papel que las mujeres efectivamente desempeñan en las explotaciones agrícolas no se visibiliza, pues la titularidad femenina sigue siendo escasa, anécdótica.
Marta Rey es hija de agricultores leoneses, y en su tiempo libre ayuda en la huerta familiar. Desde su pueblo, Granucillo de Vidriales, en la provincia de Zamora, comenta que existen diferencias sustanciales entre la producción familiar y las grandes empresas agrarias. No sólo en lo referente a la producción agrícola estrictamente, sino también en lo que tiene que ver con el uso de los recursos y el comportamiento de unas y otras.
«La producción de las grandes empresas se orienta sólo por criterios mercantilistas, mientras que la pequeña agricultura familiar atiende a otros principios. Esta última tiene un papel fundamental desde el punto de vista del valor cultural y las tradiciones de un pueblo” afirma esta leonesa. Que recuerda que “en la última década está muy en boga la agricultura ecológica, pero los agricultores familiares son los que siempre han tenido las herramientas para practicarla de manera “natural”. Este conocimiento y sabiduría que poseen los agricultores familiares nutren la identidad y cultura de la sociedad rural.” comenta.
El arraigo familiar, la tradición y la transmisión de conocimientos de unas generaciones a otras son factores fundamentales para la continuidad de estas pequeñas explotaciones, tal y como destaca esta agricultura a tiempo parcial. Que también pone el foco sobre la «vulnerabilidad de la agricultura familiar frente al cambio climático. Las grandes corporaciones tienen más recursos para poder anteponerse a este tipo de riesgos, mientras que una familia de agricultores normalmente sólo puede sufrir las consecuencias».
Cristina Barros posee una huerta en Alicante donde cultiva sus alimentos, además de un invernadero. Sus conocimientos en materia ambiental y rural le han permitido darle un enfoque muy particular a sus cultivos. El estudio del suelo, la planificación y el conocimiento de las ayudas públicas existentes, como la PAC, han derivado en una huerta ecológica y de calidad.
“Lo más importante es evitar las técnicas agrarias demasiado agresivas, y procurar que todos los recursos que se usen sean renovables. Hay que cerrar el ciclo para que cualquier actividad sea sostenible” explica esta alicantina.
La agricultura que ella practica no dista mucho de la que conocían sus padres, simplemente se ha optimizado. “Hemos instalado un invernadero y así poseemos soberanía alimentaria todo el año”, comenta. Pero para poder optimizar es necesario que existan ayudas públicas y se apueste por el rural; “sino nos quedaríamos en una agricultura de subsistencia”
A la hora de trabajar en el rural, también es importante tener un respaldo familiar, puesto que la inversión económica inicial es alta y empezar de cero resulta complicado. Pero, tal y como apuntaba también Marta Rey, esta agricultura coincide al indicar que no se trata sólo de apoyo económico, sino que el hecho de contar con una familia de tradición agrícola ayuda a empatizar con el trabajo.
Canal Voz