En situaciones difíciles nos damos cuenta de qué es lo realmente importante. Si algo hemos aprendido de la pandemia de la Covid-19, es que lo esencial es la salud y el bienestar. Y para garantizarlos es imprescindible contar con una infraestructura sanitaria fuerta y bien dotada, con medios y personal suficientes. Pero no sólo. Cuando la mayor parte de la población se vio obligada a recluirse para evitar contagios y frenar la propagación de la enfermedad, alguien tuvo que continuar trabajando para garantizar que en el mercado no faltasen alimentos suficientes. De velar por el suministro alimentario se encargaron los gobiernos; pero agricultores y ganaderos fueron la base de una cadena que hizo posible que hasta nuestras mesas continuasen llegando esos imprescindibles productos.
Eva López es contable en una empresa agrícola y madre de dos niños, y como tantas personas ha vivido estas últimas semanas con preocupación. «En el momento en que estalló la crisis del coronavirus, los medios de comunicación mostraban imágenes de colas en los supermercados y de desesperación por conseguir determinados productos. Es verdad que esto me causó miedo al principio, sobre todo porque tengo dos niños pequeños, pero en unos días la cosa ya se calmó”, reconoce.
En unos momentos difíciles, no sólo para nuestro país, el papel de los gobiernos y la cooperación entre estados fue más importante que nuncapara garantizar, por ejemplo, las exportaciones de determinados bienes esenciales. «Toda Europa estaba pasando por lo mismo, pero tanto los gobiernos como la Unión Europea actuaron correctamente para asegurar el abastecimiento y la seguridad alimentaria. El mensaje que yo percibí era claro: los alimentos de primera necesidad no pueden faltar, y así sucedió”, valora esta ciudadana. Que también comenta que a pesar de que en su empresa bajaron las importaciones, el producto nacional continuó teniendo salida y llegando con regularidad hasta los consumidores. «Exactamente igual que siempre, y de manera más segura si cabe. Ante una pandemia mundial non te puedes permitir ni un solo fallo, las normas europeas se siguen cumpliendo estrictamente. Lo básico es proteger a los consumidores, garantizando la trazabilidad, la higiene y la calidad en cada una de las fases por las que pasa el producto», explica.
También María Salado valora la seguridad que gobiernos e instituciones como la UE aportan en lo que se refiere a la calidad y la seguridad alimentaria. Tal y como afirma esta licenciada en Administración y Dirección de Empresas, «la confianza de los ciudadanos respecto a la fuente de origen de información sobre los riesgos relacionados con los alimentos es mayor cuando proviene de científicos y organizaciones de consumidores. Que cuando compres un producto te informe una persona cualificada es un punto a favor, te da mayor fiabilidad sobre lo que estás consumiendo” comenta.
Para esta trabaladora de una empresa de nutrición, es precisamente en este punto donde hay que hacer mayor hincapié; pues la población sabe que existen normativas para garantizar que los alimentos que están en el mercado sean seguros, pero no sabe que esta legislación es europea, o está basada en la ciencia, o cuáles son las medidas concretas para ello. “Considero que debería divulgarse mejor la función de la Unión Europea en materia de seguridad y calidad alimentaria”.
Las necesidades y la seguridad de niños y personas mayores son las que más inquietud generan. Y de garantizar el bienestar de los grupos de población más sensibles se encargan las estrictas normas de producción, manipulación y transporte que dicta la Unión Europea; que se mantienen ahora, y a las que además se añaden directrices y protocolos nuevos en estos momentos de alarma. «Puedo asegurar que no hay momento más seguro para consumir que este», afirma esta experta.
En la sensación de miedo o preocupación experimentada durante esta pandemia incide también Herminia Tarrío, trabaladora de una emrpesa agraria y propietaria de un pequeño huerto en su casa en Málaga. “Las lechugas que yo cultivo sé que son seguras y sanas” afirma. De todas formas explica que siempre se fija en la etiqueta de lo que compra, y prefiere un alimento producido en Europa a uno importado de un país foráneo. «Siempre da más seguridad ver la procedencia europea de los productos, pues sabes que han tenido que cumplir con unas normas antes de entrar en el mercado” opina.
Ella también es madre, y considera que enseñarles a los más pequeños la importancia de una alimentación sana y segura es clave para la población del futuro. “Aprovechando el confinamiento, les enseñé a los niños cómo leer las etiquetas de los alimentos, la diferencia entre fecha de caducidad y consumo preferente, que se fijen bien en el origen, etc.”
También comenta que, generalizando, y salvo ciertas excepciones, en España no hay problemas de seguridad alimentaria, incluso ante una pandemia. Pero no ocurre lo mismo en países menos desarrollados, donde la disponibilidad física, el acceso y la estabilidad de los alimentos no se puede asegurar. “Es lo mejor de vivir en Europa, además de Eurovisión” bromea.
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