Un paseo por el bosque puede ser un estupendo plan para relajarse o disfrutar de la actividad física en contacto con la naturaleza. Pero es que, además, nuestras masas arbóreas son un elemento indispensable para nuestro bienestar. En silencio ellas se encargan de mantener el equilibrio ambiental absorviendo el dióxido de carbono de la atmósfera y ayudándonos a respirar (y a vivir) mejor. De ello hablamos con expertos en gestión forestal, que tampoco pasan por alto los beneficios económicos que pueden desprenderse de una adecuada gestión; y que sin duda constituyen una fuente de riqueza para nuestro medio rural a tener en cuenta.
Tal y como apunta Juan Manuel Gómez, dueño de una explotación forestal de eucaliptos en Pontevedra, «la mayoría del dióxido de carbono que se desprende a la atmósfera tiene su origen en la quema de los combustibles fósiles». Lo que contribuye al calentamiento global y al cambio climático. «Los bosques ayudan a mitigar estos efectos, ya que funcionan como sumideros de carbono. Absorben el dióxido de carbono de la atmósfera y mediante la fotosíntesis lo transforman en madera y vegetación, fijan el carbono” explica.
De acuerdo con los datos que maneja este propietario forestal, de los registros de sus plantaciones se desprende que «debido al rápido crecimiento del eucalipto, por cada metro cúbico de biomasa producida, un eucaliptal es capaz de fijar 1,9 toneladas de CO2 al año” informa. «El reto radica en conseguir una gestión común en todo el territorio, orientada a la lucha contra el cambio climático gracias a la función de sumideros de carbono que tienen los bosques. La Unión Europea está fomentando continuamente el cuidado de los bosques y de su biodiversidad, pero en España es difícil hacer una gestión adecuada, ya que más del 57% de la superficie arbolada es privada, frente al 6% que depende del Estado o de las comunidades autónomas” relata. Por ello incidir en el aspecto educativo e involucrar al conjunto de la sociedad y a los propietarios de terrenos forestales resulta fundamental para avanzar en este sentido
.José Manuel Santiago Alfonso, ingeniero técnico agrícola y trabajador de una empresa agraria en Palencia, recuerda que además de constituir sumideros netos de carbono los bosques «también producen materias primas que almacenan carbono durante todo el ciclo vital del árbol, contribuyendo así a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero cuando se usan como fuente de energía alternativa. El bosque por sí sólo ya fija carbono. Y si además lo aprovechamos y gestionamos adecuadamente para obtener productos, esa función se refuerza” afirma.
“En Palencia hemos tenido varias épocas, la de 1834, donde hubo la destrucción total del bosque tradicional debido a la desamortización del monte, las repoblaciones forestales del pasado siglo XX, después el abandono rural y la expansión del bosque actual. En las últimas décadas, a partir de 1980, se realizaron numerosas plantaciones forestales de la Política Agrícola Común de la Unión Europea, que contribuyó notablemente al aumento de la superficie de monte denso», explica.
España es el segundo país con más masa forestal de Europa, con Suecia en cabeza. Hay más de 7.500 millones de árboles en 18 millones de hectáreas de suelo español, y esta superficie verde ha aumentado en los últimos años gracias a la protección que brinda la legislación, tanto europea como estatal. Así lo apunta Aroa Gómez, ingeniero técnico agrícola con experienica en tramitación de ayudas de la PAC. Que también destaca que «la acumulación de carbono de los bosques se puede ver afectada en mayor o menor medida por la gestión forestal. La forestación, la conservación del bosque existente y el manejo del mismo, mediante prácticas como clareos, cortas de regeneración o modificación de los turnos de corta… Todo ello se debe tener en cuenta para hacer una gestión forestal sostenible” explica.
La capacidad de alargar la vida útil de los productos finales obtenidos del bosque, tiene también mucho que ver con una correcta gestión forestal. «Deberían implementarse de manera general herramientas que permitan cuantificar el carbono presente en los productos a lo largo de toda su vida útil, desde el bosque hasta su uso final». En ese sentido, “todavía queda mucho por hacer, pues cada año se pierden muchas hectáreas en incendios forestales. En 2017 por ejemplo, se quemaron más de 105.000 hectáreas; y tenemos que ser conscientes de que cada árbol que se quema es un pulmón menos que nos proporciona oxígeno y almacena carbono”, relata esta experta. Que también pone en valor el papel de la Unión Europea y de la PAC para seguir avanzando hacia una mejor gestión y aprovechamiento forestal.
Canal Voz